domingo, 22 de febrero de 2015

LAS PARABOLAS DE JESUS: SU CORRECTA INTERPRETACIÓN


Una regla fundamental al interpretar parábolas es centrarse en el mensaje principal que intentan transmitir. No es prudente intentar encontrar un significado profundo o simbólico en cada detalle incidental de la historia. Este error fue común entre los teólogos medievales, quienes a menudo dedicaban largas disertaciones a analizar minuciosamente aspectos secundarios de las parábolas, buscando significados espirituales o simbólicos en cada elemento, mientras ignoraban la enseñanza central. Este enfoque no solo desvía la atención del propósito del pasaje, sino que puede llevar a interpretaciones erróneas.

Las parábolas, aunque son deliberadamente metafóricas, no deben interpretarse como alegorías donde cada elemento tiene un simbolismo específico. Una parábola es principalmente una comparación o analogía presentada en forma de historia. Por ejemplo, frases como "El reino de los cielos es semejante a…" (Mateo 13:31, 33, 44-45, 52; 20:1; 22:2) introducen parábolas que ilustran verdades espirituales de manera sencilla y directa.

La Naturaleza de las Parábolas

El término parábola proviene del griego y significa literalmente "poner algo al lado de otra cosa", con el propósito de destacar similitudes o conexiones significativas. Es una forma literaria básica diseñada para ilustrar una enseñanza clave mediante una historia o descripción vívida. Por ello, los comentaristas deben enfocarse en la analogía central de la parábola y evitar buscar simbolismos complejos o enseñanzas escondidas en sus detalles secundarios.

Un ejemplo clásico de interpretaciones exageradas es la parábola del hijo pródigo. Debido a su riqueza narrativa, ha sido objeto de interpretaciones imaginativas y poco fundamentadas. Algunos expositores han atribuido significados espirituales a elementos como las algarrobas para los cerdos (según un comentarista, representaban pensamientos diabólicos), el anillo que el padre coloca en el dedo del hijo (interpretado como una ilustración esotérica del ministerio de la Trinidad), o el calzado del hijo pródigo (que otro comentarista vincula al evangelio, basándose en Efesios 6:15).


Los Riesgos de Alegorizar Excesivamente

Este tipo de alegorización, como método de interpretación bíblica, ha generado más confusión que claridad sobre el significado de las Escrituras. Si se permite que cada expositor asigne significados simbólicos a su antojo, sin respaldo en el contexto, se corre el riesgo de distorsionar el mensaje bíblico para adaptarlo a interpretaciones subjetivas. Esto convierte a la Biblia en un texto susceptible de significar cualquier cosa que el intérprete decida.

Un Enfoque Correcto

El uso de interpretaciones alegóricas extravagantes no es un método válido para explicar ninguna porción de las Escrituras, incluidas las parábolas. La exégesis bíblica adecuada exige prestar atención al contexto y al mensaje principal del pasaje. En el caso de las parábolas, es especialmente importante mantener el enfoque en el punto central de la historia, evitando que la imaginación desmedida desvirtúe el propósito original del texto.

La clave para interpretar las parábolas es, entonces, centrarse en el propósito por el cual fueron contadas: ilustrar una verdad espiritual con claridad y simplicidad. Esto nos ayuda a comprender mejor el mensaje de Jesús y a evitar interpretaciones confusas o equivocadas.

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