
En nuestros días, estamos siendo testigos de una oleada de herejías satánicas que están confundiendo a la iglesia. Predicadores y pastores han distorsionado el mensaje del Evangelio, afirmando que para recibir sanidad, salvación o bendiciones de Dios, es necesario pagar, pactar o sembrar dinero.
La verdad es clara: la salvación no se compra, porque simplemente no está a la venta. La sanidad no tiene precio. La prosperidad no se consigue con dinero. Dios no necesita que hagas un pacto financiero para bendecirte o para obrar un milagro en tu vida. La salvación de tu alma y de tu familia es un regalo de gracia, “porque por gracia sois salvos” (Efesios 2:8).