
Vivimos en tiempos de desorientación, donde tres grandes epidemias —depresión, estrés y rupturas conyugales— dominan la realidad social. No está claro cuál surgió primero, pero todas coexisten y afectan profundamente a la sociedad. Una epidemia, entendida como un fenómeno colectivo y expansivo, puede ser analizada para intentar corregir sus efectos.
Marshall McLuhan decía que vivimos en un mundo globalizado, donde los tres idiomas predominantes son el inglés (el latín moderno), el español (en segundo lugar por número de hablantes) y la informática (el lenguaje de los sistemas de comunicación). La psicología, además, se ha convertido en el marco común para interpretar la realidad. Hace algunas décadas, la psicología y la psiquiatría eran campos marginales; hoy, los psiquiatras son los nuevos médicos de cabecera.
A continuación, analizaremos estas tres epidemias y sus raíces, buscando respuestas y posibles soluciones.
1. La depresión: la enfermedad de la melancolía
La depresión, un término que ha pasado del ámbito clínico al lenguaje cotidiano, se presenta en dos formas principales:
Depresiones endógenas
- Provienen de desórdenes bioquímicos cerebrales.
- Tienen una base hereditaria y suelen ser estacionales (comunes en primavera).
- Son tratables en un 90% de los casos con medicamentos modernos que previenen recaídas.
- Ejemplo: depresiones infantiles, que antes pasaban desapercibidas.
Depresiones exógenas
- Son reactivas, causadas por eventos negativos de la vida.
- Se dividen en:
- Macrotraumas: Impactos devastadores como pérdidas sentimentales o económicas. Las mujeres suelen ser más vulnerables a los traumas emocionales, mientras que los hombres a los profesionales, aunque estas dinámicas están cambiando.
- Microtraumas: Pequeños sucesos negativos que se acumulan, generando tristeza, apatía y falta de motivación. Muchas veces están ligadas a la crisis económica o la desintegración familiar.
Las depresiones exógenas tienen un pronóstico más incierto, ya que su evolución depende de la resolución de las causas subyacentes.
2. El estrés: la carga invisible
El estrés surge de un ritmo de vida acelerado y agotador. Se manifiesta en dos formas:
Estrés real
- Provocado por la sobrecarga de tareas y responsabilidades.
- Común en ejecutivos, periodistas y otros profesionales que no saben establecer límites.
- Conduce al agotamiento y la “profesionalitis” sin freno.
Estrés psicológico
- Surge de la percepción interna de estar desbordado, aunque no exista una presión externa real.
- Personas propensas a fabricar su propia ansiedad se ven afectadas por este tipo de estrés.
Cómo manejar el estrés:
- Organizar tareas con orden y propósito.
- Aprender a decir "no" a excesivas demandas laborales.
- Recordar el consejo del Eclesiastés: "Ama tu oficio y envejece en él".
El amor por el trabajo bien hecho puede ser una fuente de satisfacción, siempre que el trabajo sea un medio para el desarrollo personal y no una carga descontrolada.
3. Rupturas conyugales: la epidemia del amor roto
La ruptura conyugal es un fenómeno relativamente reciente en la sociedad occidental, pero ha alcanzado proporciones alarmantes. La proliferación de parejas rotas ha generado lo que algunos llaman “niños ping-pong,” que van de un hogar a otro cada semana, con profundas repercusiones en su desarrollo emocional.
Causas principales:
- Desvirtuación del amor: El término "amor" se usa y abusa, perdiendo su verdadero significado. Amar implica compromiso, esfuerzo y la búsqueda del bienestar mutuo.
- Predominio de valores superficiales: Hedonismo, consumismo, permisividad y relativismo, alimentados por un materialismo vacío y la falta de espiritualidad.
- Influencia de modelos tóxicos: Las vidas rotas de celebridades sin prestigio son observadas con morbo y a menudo imitadas.
El “síndrome de amaro”
Este término describe la fascinación por conocer las vidas rotas de personajes famosos. No importa si tienen prestigio; lo que atrae es el drama, la fragmentación y el morbo. Esta curiosidad malsana refleja una sociedad con un trasfondo enfermizo.
Reflexión: los retos del siglo XXI
La perfección de los medios de comunicación contrasta con la confusión de los fines humanos. Hoy, más que nunca, necesitamos maestros y testigos:
- Maestros: Personas que enseñen lecciones valiosas que no se encuentran en los libros.
- Testigos: Modelos a seguir que encarnen valores vividos con autenticidad.
La lucha contra estas epidemias exige ir contracorriente, resistiendo las modas y tendencias que deshumanizan nuestra vida. Solo así podremos construir un futuro más equilibrado y saludable.
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