Uno de los mayores errores administrativos en tiempos de crisis es vivir "al día", sin prever el mañana. Algunos justifican esta práctica con una fe mal entendida, diciendo que "Dios suplirá". Sin embargo, actuar irresponsablemente con los recursos que Dios nos ha confiado no solo nos priva de su bendición, sino que nos hace responsables por nuestra mala administración.
Como cristianos, declaramos que Jesús es Señor de todo, incluyendo nuestros bienes. Tanto los recursos destinados a su obra como los que usamos para vivir son administrados en su servicio. Por ello, incluso el dinero que no se destina al diezmo debe manejarse con fidelidad, reconociendo que todo pertenece a Dios.
En Lucas 16, la parábola del mayordomo infiel nos enseña la importancia de administrar sabiamente los recursos. Aunque este mayordomo fue infiel, el Señor lo elogió por su sagacidad al buscar una solución para mitigar el daño, aprendiendo a tomar decisiones prudentes incluso en una situación crítica. En contraste, la parábola del siervo injusto (Mateo 18:23-35) muestra cómo la falta de compasión y la avaricia agravan la irresponsabilidad administrativa.
La enseñanza es clara: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel” (Lucas 16:10). Nuestra fidelidad en lo poco determina nuestra capacidad para administrar más. Muchas veces, abusamos de lo ajeno más que de lo propio, perdiendo así bendiciones que podrían prosperar en la obra de Dios.